Aquí hace un calor tan, tan, tan....espeso,
sofocante persistente…
Cuando salgo de la habitación en la que duermo
con aire acondicionado para entrar en el resto de la casa siento el impacto de
calor denso y pesado en el que vivo cada día. Es la sensación de tener fiebre en tu cuerpo, pero sin dolor ni escalofríos.
A veces, como ahora mismo, comienzan a caer
cuatro gotas. Se siente en las hojas de las plataneras que son gordas y pesadas, son rotundas. Esas no las tenemos allí. Pues cuatro gotas, qué
alivio, el sol se va por unos momentos. En breve las cuatro serán una tormenta tropical
refrescante y salvaje. Es tan bonito y especial que me pongo contenta y salgo a la baranda para
contemplarlo junto a mis perrillos y Rafael, mi gato.
Ayer me dijo un compañero, mientras todos trabajábamos
en la oficina bajo otra descarga violenta de agua, todos juntos con esa lluvia
de lujo, me dijo "Dónde está el jabón y la esponja, voy a salir
y a pegarme una ducha".
Bañarse aquí en el mar, bajo esa lluvia, es inolvidable. Correr con ella a lo largo del acantilado en un atardecer de huracán amenazante con el agua del mar entrando en tu camino, quién lo olvida. Escucharla, ensordecedora, durante días, azotando tu casa envuelta en luz de velas, mientras pasa Katrina sobre ti antes de llegar a su fatal destino. Sí, no se olvida la lluvia aquí.
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